Monday, February 27, 2006

Condenado a las putas

En este momento de mi vida no conozco a una sola mujer que quiera hacer el amor conmigo, ni siquiera tener sexo. Los últimos cuatro, cinco, ¿seis? años han sido más o menos así. La situación es más o menos grave y hace algunos meses que ha comenzado a preocuparme. No soy un hombre viejo, estoy por llegar a los 30 años; me atemoriza pensar que los mejores años de mi juventud se están yendo y durante estos años he visto como mi cuerpo y mente se deterioran. Sí, cada vez olvido más trucos, pierdo más pelo y gano más peso. Tan mal la he pasado que, ahora mismo, hasta un beso me provoca una erección. No se me confunda por favor con un romántico de poca monta. No. Las pocas ocasiones en que, durante este tiempo, he llegado a besar a alguien, mi cuerpo está tan ansioso, experimenta sensaciones tan lejanas, tan añoradas, tan casi desconocidas, que se prepara rápidamente para no dejar pasar la ocasión. Nadie le dijo a mi cuerpo que con su comportamiento me hacía sentir patético, como perro de Pavlov, y que sus torrentes de sangre en determinadas zonas de mi cuerpo y en determinados momentos me hacían sentir más que como un adolescente, como conejillo de indias de no sé qué voluntad perversa.

La situación, por desgracia, tiende a agravarse, he perdido confianza. Pero tampoco se me confunda, no soy feo. Sigo creyendo todo lo contrario. A pesar de los años, de unos cuantos kilos y de unos cuantos o muchos cabellos (depende si se suman o se restan). Con altibajos, pero creo que soy atractivo. En el pasado tuve un éxito mesurado que en ocasiones me sorprendía. Aunque siempre que me fijaba un objetivo lo conseguía, siempre y cuando, claro, no me fijara objetivos irreales. Quizá justo allí radicaba mi éxito. Pero, insisto, no se confundan, debo decir, orgulloso, que casi nunca me quedé con un antojo.

Pero ahora ¿qué pasa? Incluso tipos que iban detrás de mí siempre en la carrera por las mujeres parecen tener más éxito del que yo tengo. Incluso, sin tapujos, güeyes a quienes, no sólo yo sino el respetable en general, consideraba más feos, recientemente han tenido más éxito que yo. Son buenos amigos y los aprecio, sí. Pero no pasaban de ser pobrediablos de las mujeres, olvidados del amor, mendigos de cuerpos, ánimas en eterna pena en el purgatorio del placer; indigentes, desgraciados, malvivientes, parias condenados a las putas. Un grupo de tipos simpáticos, inteligentes y algo acomplejados a cuyo mundo me acercaba, quizá, porque en el fondo me sentía igual que ellos.

Pareciera que estoy escribiendo mis memorias –aunque mi memoria cada vez falla más- , pareciera que no tengo 30 años, no por lo vivido, sino por lo poco que se ve por delante. Pero no. Que esto no sirva de testamento.

3 Comments:

Blogger Sísifo said...

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8:27 PM  
Blogger Sísifo said...

Chale... qué duro que es esto de no poder conseguir una buena mujer... Vaya que nos las merecemos (y ni decir de cuánto las necesitamos!!!).

Y de esos cuates, condenados a las putas, mejor no digas que lo son! Sí quizá sean buenos tipos, pero no estás a su nivel, que se vayan a la mierda!

8:29 PM  
Blogger Marco Antonio Hinojosa said...

This comment has been removed by the author.

9:58 PM  

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